viernes, 29 de septiembre de 2006

Atención Jóvenes: Postinor 2

He aquí unos párrafos de unas cartas enviadas por la Conferencia Episcopal, desde principios de este año... Para leer la última carta, les recomiendo visitar la web de la iglesia chilena


Es de público conocimiento que una vez más se está promoviendo la denominada "píldora del día después", compuesto de Levonorgestrel 0,75 mg. y que en Chile se vende bajo el nombre de "Postinor 2". Este fármaco disminuye la probabilidad de embarazo, respecto de lo que normalmente ocurriría en una relación sexual sin anticonceptivos.
La información científica puesta a nuestra disposición demuestra que el fármaco podría alterar o impedir la implantación, con lo que se produce la eliminación del embrión, es decir, un aborto. Así lo reconocen los propios laboratorios que distribuyen el producto, al advertir en su instructivo que "puede impedir la implantación". Un mal probable no es un probable mal sino que un mal cierto. Vender y entregar esta píldora sabiendo que puede impedir la anidación es un atentado en contra de la vida de las personas.

La discusión sobre la comercialización y uso de la llamada "píldora del día después" se ha concentrado en las diversas posturas acerca del momento de la concepción. Si ella se produce en el momento de la implantación del óvulo fecundado en la capa mucosa que recubre el útero, o si la concepción ocurre en el instante mismo en que se produce la fecundación del óvulo femenino por el espermatozoide masculino.

El conocimiento científico de los últimos tiempos señala que a los pocos minutos después del acto sexual un buen número de espermatozoides ya ha llegado a las trompas de Falopio, en donde se encuentra con el óvulo posibilitando la fecundación. Por lo tanto, el uso de "la píldora del día después" es claramente abortiva pues actúa contra un ser que ciertamente tiene ya el don inestimable de la vida. Por un medio artificial se interrumpe el desarrollo natural de una vida humana al evitar la anidación del óvulo fecundado en el útero materno. Este jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces y ninguna persona humana existe sin haber pasado por ese estado inicial.
Que el individuo humano gestado tenga mayor o menor valor para ser respetado y protegido según el estado de desarrollo en que se encuentre, viola un principio fundamental que anima a la sociedad cual es la protección del que está por nacer, reconocido en nuestra Constitución. Al respecto, un destacado especialista en bioética concluye diciendo "Toda discusión ética que aborde la temática del estatuto del embrión humano deberá tomar en consideración tres hechos científicamente incuestionables: a) se trata de un ser vivo; b) es biológicamente humano; y c) posee, en principio, la capacidad de dar origen a un recién nacido al que le atribuimos un derecho básico a la vida. Estros tres atributos hacen que a partir de la constitución de la célula cigoto estemos ante un proceso continuo de desarrollo de un sistema biológico que, de no mediar inconvenientes, podrá devenir en un recién nacido".

Para la Iglesia es claro que el efecto de la llamada "píldora del día después" es abortivo. Esta conclusión está avalada por la investigación acuciosa de médicos e investigadores de diversas Universidades del país y del extranjero y de destacados moralistas. De las conclusiones de esos estudios se desprende que su uso no es moralmente aceptable.


Dirigiéndose a miembros del Partido Popular Europeo, el mes de abril, el Papa Benedicto XVI les decía que, tratándose de defender y promover la dignidad de la persona, hay principios que no son negociables. Entre ellos, la protección de la vida en todas sus etapa
s, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, el reconocimiento de la estructura natural de la familia y la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos.

La píldora en cuestión atenta contra esos tres principios. No sólo es anticonceptivo (lo que ya contribuye a fortalecer esa mentalidad antivida tan característica de la mentalidad hoy dominante) sino que hay razones muy fundadas de que es abortiva, lo cual hace de por sí inmoral su uso y su distribución. Atenta contra la familia, en cuanto promueve, por sí misma, la sexualidad desligada de cualquier compromiso definitivo abierto a la vida. Finalmente, en la modalidad adoptada por el Ministerio de Salud para su distribución (a niñas desde los 14 años sin intervención de sus padres) está violando el derecho natural y, en Chile, constitucional, que tienen los padres sobre la educación de sus hijos.

No hay comentarios.: