martes, 25 de abril de 2006

Reflexión sobre la Eucaristía, Primera comunión

Fueron las primeras comuniones, si, esto ocurrió recién el fin de semana pasado, es decir, el 22 de abril. La última Eucaristía precidida por nuestro párroco junto al vicario coadjutor.
La ceremonia fue hermosa, llena de simbolos y sobre todo, un mensaje muy profundo sobre la importancia de la Eucaristía, pero, más que sacramento, de nuestra intima unión con el Cuerpo y Sangre de Cristo en la Comunión, como aquel tesoro imperecedero más caro que todo el oro del mundo. Estas palabras sé que llegaron al corazón de los niños, pues fueron muy simples y profundas en la homilía. Y a nosotros como jóvenes y adultos: aprender a dar a nuestros seres queridos aquello que es esencial en la vida de todo hombre: la fe. Pues vemos cuanto se desvelan los padres por una educación tan costosa y a veces atea, por vestir a la moda, por complacer cada capricho que poseen los niños y no damos aquello que realmente les ayudará (sin querer decir que la formación intelectual sea innecesaria, pero no debe desgastarnos la vida). Cuando las penas y las pruebas vienen yo no voy a recurrir a mi chequera o las fórmulas de matemáticas para encontrar una palabra que consuele mi alma... no... a veces hasta los amigos suelen fallar. Por eso, hacednos amigos de Aquel que es siempre FIEL, aquel que Nunca Falla, que sabe tomar mi cruz y camina siempre a mi lado: Jesucristo.

Pienso que debemos aprender a caminar con Jesús y hacernos su hermano y amigo. Pues no basta con hacerme heredero de la Patria Eterna y pensar sólo en este mundo perecedero. Debemos realmente comulgar con Cristo y hacernos uno con El. Debemos vivir nuestra fe en alegría y sentirnos guiados por las bienaventuranzas, pues, para un cristiano verdadero, ya no sentimos los mandamientos como una carga, es decir, no sentimos la obligación de ir a misa los domingos por que es causa de falta grave, no, sino porque sentimos la invitación a celebrar nuestra vida y poner cada día si fuera posible (no sólo cuando se conmemora la resurrección) nuestras penas y alegrías en el pan y el vino.

Decía el Jueves Santo mi amigo vicario: si entendiéramos con el corazón y la mente, que Cristo está presente en el Tabernáculo, aquel Cristo que caminó en Jerusalén y partió una noche el pan, aquel que sanó a muchos y dió su vida en un madero y que resucitó dándonos la oportunidad de heredar la vida eterna... acaso, no estaríamos de rodillas rezando y conversando con Jesús todos los días en esta iglesia???
Así es, somos muy cómodos. Esperamos muchas veces como lo hizo el incrédulo Tomás meter nuestros dedos en la yaga del resucitado, es decir en su cuerpo glorioso y yagado. Pero, no sabemos pedir la fe para amarlo en su Presencia Real Eucarística.
Fue para mi triste ver que poco interés tienen algunos jóvenes y adultos en la adoración a Cristo en el Santísimo Sacramento (se pudo ver aquella noche de Semana Santa), preferían estar afuera en el frío conversando. Será acaso nuestra fe un poco egoísta de los que estábamos adentro en oración que no insistimos en hacerlos entrar?? a veces nos guardamos para nosotros esta amistad con el Señor??. Si, esto me recuerda cuando Pedro dijo: hagamos tres chozas Señor... para que volver al mundo??.

Bueno, es nuestra misión ser testimonio de la presencia de Cristo en el Altar.
Voy a compartirles algunas fotos donde aparecen nuestros amigos de siempre, junto algunos de sus niños de catequesis luego de la Eucaristía. Yo no aparezco, pues tomé la foto. Ah... Miguel está presente ahí, pues es su primera salida del seminario mayor.

Bueno, las fotos tambien refleja la esperanza joven, muchas veces una alegría que está presente con el compromiso en la comunidad, con todas sus virtudes y falencias.
Gracias por leer este post. Espero que Dios nos ayude a conservar nuestra fe hasta el último suspiro de nuestra vida y que nos de su Espíritu para ser anunciadores de su amor en el altar.

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